Nuestros dispositivos móviles son una plataforma con una gran profundidad de opciones funcionales las cuales los convierten en uno de los artefactos más complejos en la industria actual. Sin embargo, hay muchas de dichas propiedades que se encuentran ocultas del usuario corriente, e incluso mucho ni saben de sus existencias debido a que se encuentran vetadas y bloqueadas del uso. Es por ello que cuando alguien modifica la programación de su dispositivo (root) las grandes corporaciones y distribuidoras de servicios le dan la espalda. Pero, ¿por qué?
Antes de empezar a explicar esta, digamos, triste realidad necesitaremos explicar un concepto clave para comprender cómo se ha llegado a este punto: la obsolescencia programada.
Obsolescencia programada
La obsolescencia programada es parte de la planificación completa de un aparato y se encuentra dentro de la fase de diseño del mismo. Esto significa que antes de que el fabricante elija un diseño en concreto para pasarlo a producción se realiza una estimación de cuándo se quiere que el artefacto deje de funcionar correctamente. De hecho, podemos afirmar que si bien los productos son cada vez mejores, esto no significa que su vida útil sea más longeva que diseños anteriores, incluso, según qué tipo de producto sea, puede ser que cada vez dure menos.
Esta técnica se viene aplicando desde hace casi 100 años por los fabricantes que buscan maximizar sus ventas, ya sea utilizando materiales cada vez peores que se terminarán rompiendo «x» tiempo después de comenzar a usarse o bien, en el caso de dispositivos electrónicos, retirando la asistencia técnica de los mismos.
La obsolescencia programada en los teléfonos móviles no sólo llega con piezas que se rompen o dejan de funcionar bien, sino que también dejan de recibir actualizaciones obligándote a adquirir los diseños más modernos si quieres estar al día en el mundo digital.
Consecuencias
Esto crea un claro beneficio, creciente y constante, para los fabricantes, sin embargo, las consecuencias son catastróficas ya que no sólo obligan al usuario a invertir de manera más habitual en los productos que satisfacen sus necesidades, sino que también produce que éstos desechen dichos artículos que se van apilando en vertederos que, a su vez, conllevan todos los problemas relacionados con la acumulación de desperdicios y su carencia de biodegradabilidad.
Una vez explicado esto, podemos definir más claramente qué es el Rooting
Root: dominio sobre tu dispositivo.
La palabra root es de origen inglés que significa raíz, por lo tanto, hacer root, rooting, rootear o cualquier otra de las construcciones que se hace con dicha palabra hace referencia a un procedimiento en el cual accedes a la raíz del sistema de manera que obtienes control total sobre el dispositivo, eliminando las barreras que el fabricante ha puesto.
Una vez hecho esto, tienes acceso a manipular el funcionamiento del dispositivo pudiendo desinstalar aplicaciones que venían por defecto en el dispositivo y cuya eliminación no te estaba permitida. También puedes eliminar otros elementos de software, como la capa del sistema que suele estar instalada más habitualmente de lo que pensamos y que ralentiza al los dispositivos, instalar otros desde memorias externas o no oficiales de Google Play.
Sin embargo, la opción que se consigue rooteando el dispositivo y es probablemente la opción más aplaudida por los usuarios es la de poder seguir actualizando Android incluso si el fabricante ha abandonado el mantenimiento de dicho dispositivo. Esto es, ignorar la obsolescencia programada.
Contrariedades del rooting
Uno de los efectos más desalentadores actualmente de rootear el móvil era que se perdía de manera automática la garantía, lo cual obligaba a desactivar dicha manipulación antes de llevarlo a reparar para que la garantía estuviese vigente.
De esta misma manera, al rootear el dispositivo se pierden todas las protecciones que el fabricante puso para resguardar la privacidad del usuario, lo cual abre la puerta a terceros maliciosos que introducirán virus y otros malwares de redirección de visitas o incluso de espionaje y robo.
De hecho, al principio los fabricantes ponían una serie de dificultades, insorteables para algunos, aunque para hackers y gente más habilidosa en el tema podía realizarlo. Esto suponía que los fabricantes ponían una barrera para acceder a la raíz del sistema pero que si se conseguías traspasar, el dispositivo podía seguir disfrutando de aplicaciones y otros servicios oficiales. Sin embargo, aquí llegó el problema.
Root: odiado y perseguido
Aquí es donde el interés comercial se antepone a la satisfacción de los clientes. Nos encontramos ante un entramado de decisiones estratégicas que contempla la cantidad de ventas y no la plena funcionalidad de los dispositivos y mucho su durabilidad prolongada.
Fabricantes y terceros
Rootear el móvil supone poder eliminar aplicaciones de terceros que pagan unos derechos de presencia al fabricante por lo que cuando un usuario elimina dichas aplicaciones (que normalmente no se pueden eliminar sin rootear) esto se notifica a ambas partes y dicha empresa ya no tiene porqué pagarle al fabricante.
Esto dicho de manera individual parece algo totalmente superfluo y carente de valor, pero ¿y si se comenzara a rootear los dispositivos de manera masiva? Tal acontecimiento significaría millones de pérdidas para los creadores de los dispositivos.
Aplicaciones piratas
Esto es simplemente la gota que colmó la paciencia de Google Play pues si el usuario tiene acceso a aplicaciones libres o de pago pirateadas para acceder a ellas gratuitamente, ¿por qué iba siquiera a acceder a un portal de pago?
Nuevamente, se antepone el interés comercial de las grandes marcas a la propia satisfacción del cliente, pues sabemos que hay en las sombras programadores de alta calidad que desarrollan software libre que, en muchos aspectos, puede ser muy superior a los más reconocidos públicamente gracias a que tienen un mayor acceso a los medios de comunicación y otras plataformas informativas.
Frente opositor: Google y amigos
Este mundo de software libre cada vez ha ido creciendo en una dimensión coetánea con la oficial que todos tenemos, gracias a la gran cantidad de personas cualificadas que buscan innovaciones impulsadas por el mero hecho de mejorar el funcionamiento de determinadas funcionalidades frente al mero interés comercial, como hacen las grandes entidades que sacan las innovaciones con cuenta gotas, sacando versiones de prueba, una versión estándar a la que se le pueden hacer «upgrades» con otros añadidos de pago (preservando los beneficios comerciales).
Es por esto que grandes nombres como Google y otros titanes del mundo digital se están tomando muy en serio el riesgo monetario que les plantea esta situación, por lo que ya empezó la guerra por frenar su avance.
Una de las medidas más poderosas es que en determinadas aplicaciones de amplio uso, y por tanto sumamente populares, se añade un detector de móviles rooteados lo cual gatilla directamente un mecanismo que imposibilita a tal dispositivo poder utilizar la aplicación.
Es decir, si has rooteado el móvil, los distribuidores de software oficial no te permitirán utilizar sus aplicaciones, dejándote fuera de circulación.
Niantic
El primer caso polémico de esta medida lo protagonizó Niantic al bloquearle el acceso a móviles rooteados en su famosa aplicación Pokémon Go que cuenta con millones de usuarios al rededor de todo el mundo aunque se escudaron en el pretexto de que era una medida contra los tramposos (medida que ha quedado demostrada no evitó tales trampas).
Netflix
Si bien, a pesar de su popularidad este impacto no fue devastador, sí que lo fue el anuncio de Netflix con la misma postura, aportando también pretextos sobre la piratería y las trampas en el uso.
Posteriormente, servicios de pago online o de comunicaciones han comenzado a cerrar las puertas a dispositivos «desbloqueados», lo cual es síntoma innegable del cierre total que se aproxima para libertad cibernética.
Rootear el móvil: ¿necesario u obsoleto?
No todo es «boicot» hacia el software libre. Debemos reconocer que Android ha invertido muchísimo en programación para que sea cada vez más atractivo y que las ventajas de rootear el dispositivo no sean casi más beneficiosas que el propio software oficial.
De esta manera, podemos establecer que cuando Android era un sistema con muchísimas lagunas y puntos sin afinar, rootear el aparato era quizás una de las mejores decisiones para conseguir plenitud en el uso del teléfono o tablet. De esta manera se esquivaban los bugs productos de esa misma imperfección en el sistema.
Los desarrolladores se han visto obligados a liberar algunas funciones clave para que la gente recurra menos a la raíz. Un ejemplo de tales liberaciones es el popular «punto Wi-Fi» o también conocido como el compartir datos a otros dispositivos. También nos encontramos la libertad para instalar software desde memorias externas o desde otros dispositivos conectados por USB.
En resumidas cuentas, las ventajas que ofrecía el rooting eran tan abismales que no podía pretenderse eliminarlas, por lo que en vez de oponerse a ellas, se agregaron al funcionamiento normal del dispositivo para que obtener tales privilegios no fuese obra de terceros, sino que viniese incorporado desde fábrica, mejorando la visión del usuario sobre el mismo.
Es por ello que podemos decir, con mínimas excepciones, que ya no hace falta acudir a la raíz del dispositivo para obtener todo el potencial que nos puede brindar al mismo tiempo que nos seguimos amparando en garantías y software oficial.