Nos pasamos todo el año deseando que llegue esta temporada, nuestro amado verano. Estos meses se han convertido en sinónimo de descanso, vacaciones y playa, pero esta temporada tiene un claro problema: el calor.
Estamos viviendo subidas repentinas extremas de calor en olas que nos azotan, cada verano, de manera más numerosas y frecuentes exponiéndonos a la deshidratación, golpes de calor y otros problemas derivados de las temperaturas excesivas que nos rodean. Sin embargo, nuestros cuerpos se adaptan a dichas temperaturas, nuestros móviles no.
El calor afecta fuertemente a nuestros “gadgets” personales pudiendo deteriorarlos, acortando su vida útil la cual también se vuelve menos eficiente. Pero, ¿Por qué?
Calor y electrónica
Para aclarar los motivos por los que el calor es una agente de riesgo muy peligroso para nuestros teléfonos, lo compararemos con un ordenador. Todos los aparatos electrónicos generan calor por el mero hecho de funcionar. Este calor se verá incrementado cuando al dispositivo se le exija un rendimiento más grande y/o prolongado de lo normal ya que las piezas que lo conforman requieren de una mayor cantidad de recursos, en este caso, electricidad.
Un ordenador de mesa contiene en una caja todo los componentes que le permiten funcionar y en dicho espacio no solo caben estas piezas perfectamente sino que también quedan espacios en blanco por los que circula el aire, de hecho, algunas piezas cuentan con ventiladores propios para enfriarse con mayor eficiencia. En el caso de los portátiles, el espacio es sumamente reducido, pero sigue contando con un sistema de ventilación, lo cual le permite tener cierto control sobre las temperaturas que alcanza. Es a causa de esto que el calor es un agente sumamente destructivo para nuestros móviles.
Los teléfonos móviles y tablets se pueden considerar pequeños ordenadores ultra comprimidos en una arquitectura que ni siquiera contempla espacio para que la cámara pueda hacer zoom óptico, por ejemplo. Esto también ha sacrificado los espacios de ventilación, de manera que cuando tenemos nuestro móvil funcionando, las piezas generan calor de manera inevitable, por lo que el móvil comienza a irradiar el calor hacia el exterior, enfriándose únicamente cuando se le baja el rendimiento que se le estaba exigiendo, ya sea por simplemente dejar de usarlo por un rato o incluso apagándolo.
Al efecto calentador del propio funcionamiento de sus componentes internos, hay que añadir la incidencia del clima en el que se contextualice el dispositivo durante su uso, que en estas fechas es evidentemente todo lo opuesto a lo que realmente beneficia a nuestro teléfono.
El primer efecto del calor en el dispositivo es que este, pierde capacidad de rendimiento, es decir, su velocidad de procesamiento empieza a ralentizarse, las tareas que desempeña se hacen también a mayor lentitud a la vez que se pueden ocasionar imprecisiones en las respuestas que da. Posteriormente, el móvil podrá empezar a tardar cantidades realmente incómodas de tiempo para abrir alguna aplicación o para siquiera responder.
Cuando las cosas se ponen feas, el móvil llegará a producirte un considerable calor en las manos e incluso notificándote de que ha alcanzado una temperatura demasiado elevada, bloqueando su uso y, en caso es extremos, apagándose de manera automática.
Una vivencia puntual de este acontecimiento puede terminar siendo una mera anécdota, el problema es que con el calor de nuestro verano, y el ritmo de funcionamiento que le imponemos día a día a nuestro teléfono las altas temperaturas de nuestro dispositivo serán algo constante y repetido al menos durante los 3 meses de calor.
Evidentemente, la constancia de las temperaturas elevadas es lo que acaba dañando los componentes, siendo la batería la pieza más delicada en cuanto al calor, que en casos realmente exagerados de calor, llega a deformarse, cambiando la forma del resto del dispositivo (a causa de la ausencia de espacios para adaptarse a dilataciones o contracciones de sus piezas).
Tomando en cuenta todas estas explicaciones debemos aconsejarte cuidar tu móvil en estas fechas tan dañinas para su integridad. Para ello, hemos hecho la siguiente lista con los mejores trucos.
Cómo evitar que el teléfono se caliente más de la cuenta
1. Alejarlo del calor
Es algo obvio. Todo elemento sufre cambios en sus temperaturas en función de la que le rodea, más aún cuando una fuente de calor (o de frío) está realmente cerca. Si acercamos el dispositivo a una fuente de calor, como puede ser nuestro propio cuerpo, este claramente se calentará mucho más de lo que haría por sí mismo ya que dos cuerpos cercanos suelen igualar sus temperaturas. Es por esto mismo que no debes colocar varios dispositivos juntos, así como también debes evitar llevar el móvil en el bolsillo del pantalón ya que tu cuerpo, que también se resiente por el calor, terminará ejerciendo un efecto térmico aún más potente en el teléfono.
2. La playa
La playa es ese lugar con el que soñamos cuando no es verano, sin embargo, a nuestro dispositivo no le hace tanta gracia ya que le presenta multitud de amenazas, las más claras son el agua y la arena. No obstante, estos elementos no harán tanto daño ya que somos conscientes de su presencia y tenemos cuidado en consecuencia, no así con el sol.
En la playa apenas podremos disfrutar de sombras, además el uso de sombrillas no detienen totalmente el paso de la luz solar ya que no es un elemento totalmente opaco. Esto no alivia al móvil de su peor enemigo: la exposición directa al sol. Es por ello que dejar el móvil bajo una sombrilla no será suficiente prevención, habrá que guardarlo dentro de algún bolso o recipiente que lo tengo aislado del calor del entono así como de la exposición a la luz directa.
3. El aparcamiento.
En verano, cuando dejamos el coche aparcado, incluso si es a la sombra, el interior se transforma en un horno hermético donde la temperatura solo puede subir si no intervenimos. Es por ello que hay tantas sanciones para quien deja a su perro dentro de un coche aparcado por ejemplo, dada la peligrosidad para su salud. Tu teléfono, en tal entorno, sufrirá daños graves debido a que no puede ventilar su interior, y aunque lo hiciera, no conseguiría nada a causa del calor intenso en un espacio tan cerrado. Es por ello que si vas a dejarlo allí, tiene que ser con el dispositivo apagado, de manera que no se dañará.
4. Lo justo y necesario
Como mencionamos previamente, el calor que generen las piezas interiores de cualquier dispositivo se verá incrementado en función del rendimiento que le exijamos. Es por ello que en verano no debes abusar de las prestaciones del terminal y tienes que ser consciente de lo dañino que sería no limitar su uso a las necesidades básicas. Una de las primeras medidas que puedes tomar es desactivar aplicaciones que no usas constantemente, así como también aquellas que le exigen mucho al dispositivo, como por ejemplo el Bluetooth o la localización GPS.
También hay que señalar que una de las cosas más arriesgadas para tu móvil en verano es jugar con él, ya que su funcionamiento requiere de un amplio uso de recursos, además de mantener activa la pantalla del dispositivo. Es aquí donde también tenemos que hacer hincapié en los tiempos de uso. Revisiones cortas y espaciadas unas de otras ayudarán a gestionar el calentamiento que le produzcamos al dispositivo, dándole tiempo a regular su temperatura antes de volver a usarlo.
5. Recargar la batería
La recarga de batería genera de manera inevitable calor. Es por ello que debes tener ojo y decidir con acierto el momento en que recargues la batería ya que solo sumará temperatura a la que ya tenga el dispositivo.
Lo más acertado es recargarlo por la noche (cuando las temperaturas son más bajas), después de haber estado un rato sin usarlo y, obviamente, no usarlo tampoco mientras carga.
6. Apagarlo
Es la mejor prevención, siempre. Si prevés que durante un rato no le vas a dar utilidad ninguna, lo mejor que puedes hacer es pagarlo, lo cual además contribuirá a su enfriamiento aportándote un mejor rendimiento cuando vuelvas a precisar de él.
En otras ocasiones deberás sacrificar su uso para enfriarlo lo más rápido posible cuando ya notes que está “ardiendo” y funcionando mal.
7. Acércalo a una fuente de frío
Clarísimo, si tu te pegas todo lo posible al ventilador o al flujo del aire acondicionado, también es conveniente que se lo permitas a tu dispositivo.
8. Apps de enfriamiento
Existen App`s que se encargan de jugar con los parámetros del dispositivo, limitando su funcionamiento a cierta temperatura, lo cual, cierto es que capa el potencial de tu terminal pero le establece unos límites saludables, impidiendo que se sobrecaliente.
Existe una amplia colección y desarrollo de aplicaciones destinadas a controlar la temperatura máxima que alcanzará tu móvil en su funcionamiento. La más popular es Coolify que gestiona, por medio de un algoritmo, el rendimiento de la batería y de la CPU. Cabe mencionar también a las aplicaciones Cooler y DU Phone Cooler, que si bien son muchas más limitadas que Coolify, no requieren de un gran conocimiento técnico, además de que no hace falta rootear el móvil.